Los Extremos Políticos Promueven y Celebran la Violencia

 


El Conservadurismo autoritario y la Izquierda populista, ambos iliberalestienen en común que condenan tajantemente la violencia, siempre que venga del otro lado, sin embargo, si proviene del propio lado la actitud es muchísimo más comprensiva, sino directamente merecedora de poleras conmemorativas.



Un ejemplo de como está visión de la violencia está sesgada, la podemos encontrar en el programa de José Antonio Kast, en la página 27, punto número 33, donde anuncia una Coordinación Internacional Anti-Radicales de Izquierda, voy a ser generosa y voy a interpretar el párrafo como una coordinación internacional contra las personas que cometen actos de terrorismo y no aquellas que militan en partidos de izquierda o opinan “equivocadamente” en twitter, en tal caso, ¿es necesario ponerle apellido al terrorismo?



La definición de Terrorismo por parte de la RAE, ya es suficiente, para entender que venga de donde venga, e independiente de sus apellidos debe ser perseguido:

 

terrorismo

1. m. Dominación por el terror.

2. m. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.

3. m. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.

También preocupa la ampliación de “las atribuciones del Estado de Emergencia”, que da escalofríos y recuerda francamente otra época, una época donde el terror venía del Estado.


Más allá de que no sea responsabilidad directa de los candidatos, el tipo de liderazgo que promueven, invitan a un fandom lo suficientemente tóxico para hacerles creer que pueden acercarse con ese tipo de símbolos a algo que irá en la línea de lo que el candidato cree o representa.

 

El endiosamiento de la violencia por ambos extremos, no es un fenómeno particular de cada extremo ideológico, más bien son espejo, el uno del otro, y no son fenómenos separados, sino que se alimentan y crecen juntos, hasta fundirse, y el llamado de sirena de la violencia, y finalmente, es la violencia misma, sigue creciendo y justificándose a sí misma.

 

Thomas Friedman en su libro de 1989 “From Beirut to Jerusalem”, que se lee con el corazón en la garganta, cuenta su experiencia como corresponsal del New York Times durante la guerra civil libanesa, la parte que quedo grabada a fuego en mi memoria, es la siguiente:


Thomas arrendaba un departamento en uno de los pocos edificios más o menos seguros de Beirut, logro obtenido aprovechando sus privilegios como corresponsal extranjero, con él, vivía su guía local palestino y la familia del guía, en el entendido que allí la familia estaría más segura.

 

Un día como cualquier otro, salieron los dos hombres a reportear los hechos de ese día, cuando volvieron, el edificio completo había desaparecido, no lo podían creer había un pedazo visible de cielo, donde debía estar el edificio, era incomprensible, luego macabro, lo habían volado con una bomba, y se quedaron allí largo rato hurgando entre los escombros. El guía estaba destrozado, había perdido toda su familia, y Thomas, estaba traumatizado.

 

Posteriormente Thomas, trató de investigar, pero era imposible saber quien había puesto la bomba, pues no hubo atribución, es más, la dificultad estribaba en saber quienes eran las víctimas intencionales y cuales, las colaterales, para así dilucidar qué facción estaba detrás del atentado, ¿alguno de los cónsules de distintos países que habitaban algunos departamentos?, ¿él mismo?, ¿todo los habitantes del edificio?, incluso era posible que unos okupas que habían sido desalojados días antes, hubieran sido responsables, en venganza. 

 

Thomas Friedman, concluye qué de cierta manera, quien haya sido el responsable particular de ese atentado, uno de tantos en medio de una cruenta guerra civil, no importa realmente, que cuando la violencia agarra vuelo propio es un huracán indiferente e incontrolable.

 

Lo importante es el Estado de Derecho y defender el Pacto de No Agresión

 

Cómo dice Antonella Marty en Manual Liberal y más recientemente, en el Primer Congreso Iberoamericano de Liberalismo Cultural:

 

“No basta ser anticomunista para ser Liberal”, es decir, hay que oponerse al autoritarismo venga de donde venga, poniéndolo en contexto “no hay dictadura buena”.

 

Revisando el contexto chileno, el estallido social, dejo víctimas por montones, gente que solo tenía un kiosko, un restorán o un almacén, y que perdieron el trabajo de sus vidas, esa gente, no merece un presidente que le haga genuflexiones a aquellos que les quitaron todo. Merecen alguien que respete y haga respetar el Estado de Derecho y comprenda que todos debemos ser iguales ante la ley.

 

Eso implica, tratar a los criminales como criminales y no como venerables Héroes y Heroínas de la Revolución (traduzco: criminales, asesinos y potenciales asesinos), créanme de cerca, no son, ni tan gloriosos, ni tan valientes.

 

Por otro lado, un presidente espejo, igual de amante de la violencia, cuyo bando endiosa la idea de “ponerse los pantalones” (porque decir, hacer que corra bala, queda feo) y que les fascina la manera, en teoría, eficiente de manejar a los problemáticos que distinguía a Pinochet “esto con mi General no hubiese pasado”.

 

Si, los candidatos de la Derecha Dura y la Izquierda Radical, pasan a segunda vuelta, quienes deseamos la paz social, la estabilidad necesaria para el desarrollo, que permite el despliegue de nuestras libertades, no tendremos otra opción que abstenernos el día de la elección. Por eso la candidatura que aún está al centro debería jugársela por un discurso audazmente liberal.

 

#LiberemosChile

 

Beatriz Sotomayor

Secretaria General Libres

 


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